sábado, 23 de marzo de 2019

EL FIN DE SU SÉPTIMA VIDA



EL FIN DE SU SÉPTIMA VIDA

El viejo gato soportaba con resignación el desprecio y la mala intención de los habitantes de la casa. Ya nadie quería ni le interesaba recordarlo en sus mejores días limpiando la casa de ratones y otras alimañas. A duras penas le dejaban la comida en una vieja cacerola en un rincón del patio bordeado por clavellinas y siemprevivas. Lento caminaba por los alrededores de la casa en una inútil guardia que ya era solo instintiva y a ningún animal asustaba.

Solo el niño con el que había crecido y juntos habían compartido la soledad de la casa enclaustrada en la falda de la montaña pasaba largo rato con el gato y escuchaba su ronroneo mientras las horas se le iban en medio del tedio de la infancia sin amigos. En la casa repetían que se había encariñado demasiado con aquel animal y estaba mal que hubiesen dejado que ocurriera.Quizá  sabía del desdén que causaba su presencia y se alejaba cuanto podía de los humanos sin dejar la casa y trasteaba el peso de su vejez con aquella tristeza que nadie más entendía y solo esperaba el fin de cada día. A ratos dormía un sueño de asmático debajo de los pinos en que se le iba la mañana y parte de la tarde mientras el niño llegaba de la escuela.El día en que decidieron darle un baño con agua fría y jabón-lo veían demasiado sucio y desgarbado y esto lo atribuían al desaseo—no hizo ninguna resistencia como todos los gatos al agua. Fue solo cosa de un rato. Luego lo llevaron y lo dejaron amarrado en una pradera donde no se ensuciaría entre la tierra mientras se secaba al sol radiante de ese enero.Cuando fueron a soltarlo, horas después, lo encontraron estirado y tieso, su pelo blanco y negro limpio como en sus mejores años y sus ojos de amarillo intenso de vidrio. Quizá murió creyendo que por fin se liberaban de su presencia y que ya nada importaba. Tampoco sabría que el niño había estado llorando toda esa tarde y durante la noche se tragó a solas el llanto para evitar una nueva reprimenda.


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